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  • María Elisa Flores

Se acabó la tinta

"En su Séptima Edición presenta la producción de una serie de obras de la escena artística local y nacional ecuatoriana, así también como una selección de proyectos y artículos arquitectónicos. Además, nos acompañan artículos y ensayos en donde los autores dialogan acerca de la producción del arte en cuarentena, el arte y economía, reflexiones a partir de la vinculación de arte, tecnología y salud. Finalmente, un importante aporte desde el análisis de la obra de un artista multifacético ecuatoriano radicado en París". Claudia Cartuche Directora/Editora



Artistas seleccionados

“Se acabó la tinta” presenta su séptima edición junto a un grupo de artistas que han atravesado un momento peculiar en la historia de la humanidad: la pandemia por el coronavirus. Si bien el ámbito artístico y cultural es el más golpeado a nivel mundial, la producción artística local sigue vigente y se muestra en esta edición como una ventana para quienes seguimos apostando por el arte como un medio de reflexión y deleite. Sin duda, este tiene mucho que decir en estos días; es así, que Luis Chenche, nos muestra un conjunto de obras que indagan espacios urbanos informales para transformarlos en posibilidades poéticas e interpelantes. Esto lo expresa mediante diferentes medios como la pintura, instalaciones, fotografías y dibujos que buscan aproximarse a determinados espacios arquitectónicos de la ciudad que habita.



Y en medio de un mundo de high definition, Edison Moreno, nos remite a la monocromía como una manera de regresar al origen y agudizar nuestra percepción como un ejercicio intelectual de reconocimiento de las formas. Lo hace a través de la mancha, la repetición y el reflejo. Su serie Theorie Matopsia basada en estudios de neurociencia y conexionismo hacen visible en su obra una serie de patrones sintetizados que nos llevan a la comprensión de estas teorías que estudian como nuestro sistema cognitivo procesa la información.



Y justamente, es el cerebro, ese órgano tan misterioso y estudiado por neurocientíficos, el que puso en crisis al ser humano en esta pandemia. La cuarentena evidenció la fragilidad del ser humano y los artistas no fueron la excepción. Por ejemplo, Jimmy Veintimilla, usó este confinamiento y sus sentimientos de soledad y desesperación para reflejar en sus obras una mirada crítica y de inconformidad frente a la sociedad contemporánea. Seres monstruosos deformados por la realidad y el peor de los virus: la corrupción.



Cada persona es un mundo y cada artista es un mundo de interpretaciones. Así, Katya Duque expresa su propia percepción de la realidad mirando profundamente en su entorno y en lo cotidiano. Representaciones de un mundo consumista de apariencias, solitario y superfluo confluyen en sus pinturas.



Interpretaciones e inspiraciones recorren las obras de muchos artistas, como lo hizo la obra trágica y obscura del artista polaco Zdzislaw Beksinski a Omar Ojeda. A Beksinski le gustaba retratar sus sueños y pesadillas: “Deseo pintar de la misma forma como si estuviese fotografiando los sueños”. Con esta consigna Ojeda recopila sus propios sueños en una acuarela que lleva como título el nombre del artista polaco, quien paradójicamente, nunca tituló sus obras. Sueños que se presentan como una “ventana a su mente”, pero que no quieren ser interpretados. No así, el género del retrato, prescinde de ese deseo. Esa expresión artística que aparece en el S.V a.C., sigue presente en nuestros días.




El artista mexicano Alla Parson nos cuenta una historia a través del retrato de “hombre con un poema”. Richard, el hombre de la pintura, quien había viajado desde un lugar lejano, llamó la atención de Alla por dos razones; su barba y una vieja y desgastada Biblia que llevaba siempre con él. Para finalizar su obra, el artista decidió poner un fragmento de un poema que estaba dentro de la Biblia y que Richard, por alguna razón se lo señaló.



En esta época de militancias y protestas, el activismo no queda fuera de la pintura. Diana Herrera, evidencia claramente en su obra la crueldad y tortura que padecen los animales en los mataderos. La ideología de un mundo vegetariano donde los animales no sufran está implícita en su producción.



En cambio, John Ink, decide centrarse en el ser humano y la empatía. A través de sus esculturas reflexiona sobre la verdadera esencia del ser humano. Mediante figuras creadas a partir de yeso, nos muestra que las diferencias externas no deben crear prejuicios.

Volviendo al retrato, David Saritama, en su obra “retrato al natural” cuestiona el consumo cibernético que se ha apropiado de la humanidad. La inmediatez de las cosas en la red modifica el modo en que percibimos y proyectamos el entorno, declarando así un “fin emocional”. Dentro de su pintura utiliza símbolos evidentes de su manifiesto como el espejo y el tutorial de maquillaje: elementos infaltables para verse al natural.


La introspección, sobre todo en momento de crisis, es una de las capacidades que la mayoría de artistas emplean al momento de crear. De esta manera, Pamela Coronel utiliza este sentimiento junto a ciertos objetos para realizar una catarsis en su obra. En “alteridad introspectiva”, la artista crea un escenario de caos y calma a la vez. Un espacio rodeado de elementos que la perturban y otros que le dan calma. Una dualidad que no es propia y exclusiva de la artista, una realidad que atraviesa a todos los seres humanos, sobre todo en esta etapa de crisis mundial.



De esta manera termina el recorrido por la obra de jóvenes artistas que no han parado de producir. Con confinamiento o sin él el arte es un oficio que no se detiene y gracias a esta edición podemos visualizar y ser partícipes de la producción artística nacional.

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María Elisa Flores Proaño

Crítica de Arte

Restauradora-Museóloga



 

 

 

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